Publicidad Cerrar X
«
»
Muse, una fiesta de rock

Muse, una fiesta de rock

Previo

Apareció un Monstruo Marino

Siguiente

Popcorn Garage, el juego que la rompe

Música 18 Oct

Muse se presentó una vez más en la Argentina y nos regaló un concierto simplemente perfecto. Con el sonido histriónico y potente que los caracteriza, los ingleses no defraudaron y se llevaron la ovación del público argentino.

Muse se presentó una vez más en la Argentina y nos regaló un concierto simplemente perfecto. Con el sonido histriónico y potente que los caracteriza, los ingleses no defraudaron y se llevaron la ovación del público argentino.

Era una inesperada fría noche de octubre, el cielo nos regalaba algunas estrellas y el cálido brillo de la luna al costado derecho del escenario. Se respiraba ansiedad. Algunos aplausos, gritos y silbidos se escuchaban perdidamente hasta que las luces se apagaron y la energía contenida por todos los presentes liberó un grito que ensordeció Buenos Aires. Muse estaba en el escenario.

El power trio integrado por el cantante y guitarrista Matt Bellamy, el baterista Dom Howard y el bajista Christopher Wolstenholmen, apareció pasadas las 21 para lo que sería, sin dudas, uno de los mejores conciertos de la banda en nuestro país.

Para dar inicio a la fiesta  y con la proyección de Drill Sergeant como primer movimiento, la banda británica de rock formada en 1994 en Teignmouth se despachó con Psycho y Reapers, dos temas de su último trabajo “Drones”

A partir de allí, la banda realizó un recorrido sobre su nuevo trabajo y un mix con sus mejores temas. Como era de esperar, fue un show intenso, pero también con varias sorpresas. 

A pesar de la precisión quirúrgica de los músicos, muchos de los asistentes se quejaron (y mucho) por el sonido del espectáculo.
Los espectadores que se encontraban en la parte más lejana al escenario, no pudieron sentir el rigor y la fuerza del show que fueron a ver, lo que generó muchas quejas durante la noche.

“Muchas gracias a ustedes también, los que están atrás” clamó Bellamy a mitad del concierto.

A lo largo de la noche, el trío se dio varios gustos como interpretar los riffs de “The Honney Roll” de AC/DC, y de “Voodoo Child”, de Jimmy Hendrix Experience entre otras excentricidades musicales que los caracteriza.

Uno de los momentos más extraños del show fue cuando comenzó a sonar “Madness”. Si bien el público festejaba la interpretación del hit, los silbidos y los gritos por lo bajo del volumen se hicieron notar y mucho más, cuando un espectador que estaba en el campo vip, le tiró una bandera uruguaya al líder de Muse. Bellamy, que reconoció los colores inmediatamente se la puso encima, hasta que se dio cuenta del error y bromeó al respecto.

“Si, ya se, era de Uruguay” dijo dos temas más tarde.

Ya teníamos una hora de concierto pero faltaba lo mejor. Pasadas las diez de la noche llegó el turno de Supermassive Black Hole tema que generó locura en el público. Tras el clásico del disco Black Holes and Revelations de 2006 llegó otro de los grandes momentos de la noche: Ahora si, y con la bandera correcta, Bellamy se paseó por el escenario esgrimiendo nuestra amada celeste y blanca. 

Le siguieron Time Is Running Out y Starlight para luego dar lugar a una fiesta visual cuando el escenario y el cielo se llenaron de papeles de colores en Mercy. Cómo era de esperar, el cierre fue con Knights of Cydonia que tuvo una muy celebrada intro de armónica con el tema “Man of the Armonica”, del italiano Ennio Morricone.

A lo largo la noche la banda ofreció un buen pero corto espectáculo: Grandes canciones, juegos de luces deslumbrantes, mucho humo y globos gigantes para interactuar con el público.

Una hora y media de rock. Con la excelencia y  prolijidad que los caracteriza y con la intempestiva y avasallante personalidad de Matt Bellamy, Muse, nos regaló un buen concierto pero no a la altura de las expectativas.

Por: Pablo Scotto
Fotos: Ornella Capone

[nggallery id=608]

×
×