Con un poco de ojeras y algunos bostezos, nos encontramos a las 5 de la mañana en Aeroparque listos para partir hacia Trelew. Allí, en el epicentro de vuelos nacionales, compartimos viaje con la tropa de Soñando por Cantar y enseguida le conseguimos trabajo al productor como gaitero oficial de Valeria Lynch.
Aterrizamos a las 8 y seguía siendo de noche, menos mal que nos esperaba quién se convertiría en nuestro chofer oficial y gurú patagónico: Cacho.
Llegamos a Madryn, nos instalamos en el hotel Bahía Nueva, un café y partimos hacia Puerto Pirámides listos para apreciar de cerca a esos enormes y curiosos animales. Antes, paramos en El Doradillo, a 15 km de Madryn donde se pueden ver las ballenas desde la costa y donde los locales aprovechan para tomar unos mates mientras saludan a sus amigas de 16 metros.
Ya en Pirámides, empezamos a prepararnos para la hora y media de travesía por el mar que teníamos por delante. Es decir, comenzamos a arroparnos con todo lo que teníamos. TODO. Afortunados los que se habían acordado de llevar guantes.
“Vamos a ver ballenas”, pensamos, pero nunca se nos cruzó por la cabeza que iba a ser tan pero tan cerca. “No es un buen día, está ventoso”, advirtió Pablo, el guía de Botazzi. ¿Quieren comprobar si había viento? Acá está la prueba:
Nos enteramos que la ballena Franca Austral, se pasa 6 meses en la Antártida y después 6 meses en el Atlántico, sobre la costa patagónica, copulando. No comen, sólo copulan 6 meses y lo hacen en grupo. Una hembra y 4 machos, aunque han habido grupos de hasta 30 ballenas. Algunos datos que nos llamaron la atención: en promedio miden 15 metros y pesan 50 toneladas (un colectivo con vida), sus testículos pesan 500 kg y su pene es de 2 metros por 61 cm (más grande que un ser humano promedio).
Claro, todo esto lo sabemos porque el mismo jueves a la noche vino Pablo, el guía, al programa para contarnos más detalles. Más tarde hablamos con Miguel, dueño de la casa de té Ty Te Caerdydd, por la que pasó Lady Di y en donde se preparan unas riquísimas tortas galesas.
Tentados por la descripción de Miguel, al otro día fuímos a Gaiman para deleitarnos con las tortas y el té que nos describió la noche anterior.
Antes de llenarnos con tantas cosas dulces pasamos por la primera casa de Gaiman, la del señor Roberts. Ahora convertida en un pequeño museo con muebles de la época.
A la noche hicimos el programa desde el hotel, donde pasamos unos minutos con Damián, un argentino que vive en Milán y después nos visitaron los guías e instructores de buceo Mariana Carrieri (Abramar buceo) y Jorge Natale (Master Divers) para contarnos sobre la experiencia de sumergirse con lobos marinos. El debate de la semana fue “buceo sí o buceo no”, esta vez decidió el clima. Estuvo ventoso por lo que no pudimos embarcarnos.
Así llegamos al final de estos muy lindos cuatro días, donde nos trataron como reyes, donde comimos como emperadores (¡qué el rico cordero patagónico!) y donde nos quedaron muchas ganas de volver. Será hasta el próximo vuelo 951, que esta vez sí despegó.