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Damon Albarn, Alex James, Dave Rowntree y Graham Coxon volvieron al país y se presentaron en el Quilmes Rock 2013.

Pocas sensaciones son tan satisfactorias como esperar con ganas un recital y que ese día llegue. Aunque después, una vez ahí, cuando es el momento, la ansiedad comienza a jugar en contra. Casi 14 años separaron a Blur de su público argentino y eso no fue un dato menor cuando la hora pautada para el comienzo del show quedó atrás y la banda no salía al escenario. Finalmente, 20 minutos pasadas las 9 de la noche, Damon Albarn, Alex James, Dave Rowntree y Graham Coxon aparecieron sobre el stage principal del Quilmes Rock 2013. A paso lento, tranquilos, confiados porque saben que si hay algo que les sobra es la actitud.

Los gritos confirmaron la vuelta de Blur a la Argentina. Atrás quedaba el recuerdo de aquel Luna Park de 1999, ahora estaban ahí: “buenas noches ¿están listos?” se escuchó y de inmediato, sin dar tiempo a una respuesta, las primeras notas de Girls & Boys se adivinaron y todos en la nueva Ciudad del Rock comenzaron a saltar y cantar cada línea del clásico de Parklife. El cigarrillo recién encendido y consumiéndose en la boca de Alex James mientras él se ocupaba de su bajo fue un claro ejemplo de esa actitud desafiante y a la vez relajada, propia de quien tiene años en el rubro y realmente sabe lo que hace. A este gran primer tema le siguieron dos más de su primera etapa: Popscene y There’s No Other Way fueron parte de un inicio poderoso cargado de energía.

A sus espaldas, la inmensa pantalla mostraba una autopista vista desde abajo. ¿Qué mejor postal que ellos cantando debajo de un puente los mismos himnos que los posicionaron como referentes del britpop inglés? El paso de Beetlebum enmarcó una primera etapa del show donde la banda pudo captar a su público con una fuerte dosis de clásicos. Una vez que la conexión logró su necesaria simbiosis, comenzó un segmento más introspectivo. Out of Time y Trimm Trabb transitaron la fina línea entre la emoción absoluta y la oscuridad más profunda. Las ruinas de una montaña rusa, el esqueleto de un gigantesco juego ahora irreconocible, los cables de un teleférico sin rumbo y la inmensa torre espacial -testigos de los tiempos de gloria de aquel Parque de la Ciudad que ahora reencarnó en música- fueron el marco ideal para la sensibilidad de ese momento en particular, y para la vuelta de Blur en general. Porque fue un regreso muy esperado para todo aquel que creció en los noventa y para aquellos que se aferraron a su música años mas tarde.

Una majestuosa Caramel con Damon Albarn en el piano y más tarde dirigiendo el coro y los vientos, dio paso a uno de los momentos más esperados de la noche con una versión de Coffee & Tv que incluyó un final acústico, un agradecimiento al cielo, y el recuerdo de Lou Reed con unos fragmentos de Satellite of Love. La emoción fue absoluta. Tanto para el público como para un sorpresivamente sensible Albarn decidido a cumplir el sueño de Florencia, una fan que escribió en un cartel su deseo de cantar a dúo Tender. Sí, increíble pero real. Tan real como la unión que este mismo tema logró semanas atrás cuando el frontman de Blur y Noel Gallagher, públicamente enemistados, cantaron juntos en un recital a beneficio.

La lista de éxitos siguió, uno detrás de otro fueron pasando, y entre los infaltables apareció Country House. Una abrumadora energía inundó de inmediato el predio y la década del noventa revivió en un Damon Albarn enardecido subido al vallado y caminando por el pasillo que unía el escenario y el mangrullo, hasta que el micrófono cedió al tironeo y dejó parte del tema sin letra. Pero no importó, la potencia de los músicos y lo que seguía del tema en boca del público selló el glorioso momento. Seguido fue el turno de Parklife que tuvo en el escenario a Phil Daniels, que trajo su colaboración en vivo. El inevitable cierre se acercaba muy a pesar de todos los que seguían saltando y cantando con cada acorde que pasaba. This Is a Low marcó el principio del fin y cuando terminó el tema, la banda abandonó el escenario.

Fueron unos minutos de ausencia que valieron la pena porque cuando Blur volvió a escena lo hizo para regalar a su público cuatro temas más. Ante el piano y prendiéndose un cigarrillo –como quien se dispone a pasar un buen momento con amigos- Albarn cantó Under The Westway. Los coros volvieron a tomar protagonismo como en tantos otros momentos de la noche. Después de For Tomorrow y The Universal el final era certero, solo quedaba una. Y la elección no podría haber sido mejor: Song 2 comenzó y la Ciudad del Rock se transformó en una masa que saltó al unísono cada segundo de la canción. Difícil imaginar un cierre mejor, porque el que se vivió en el Quilmes Rock fue grande, tan grande que dejó en claro que la química de la banda sobre el escenario sigue intacta.

Texto: Silvana Canton
Fotos: José Luis García
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