El casamiento consta de dos grandes momentos: el compromiso entre dos y la fiesta con todos los invitados.
En esta última es preciso fallar lo menos posible para no alterar a la chusma. ¿Pero qué pasa cuando la feliz pareja quiere ingresar a la ceremonia musicalizada por un trompetista?
Lamentablemente para ellos, el resultado es catastrófico. ¡El músico contratado es un chanta marca cañón!.
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Fuente: Pulso Urbano