Un bochorno del tamaño del universo. Así definen los medio de todo el mundo lo acontecido en la final de Miss Universo 2015.
El presentador cometió el único error que no podía cometer: se equivocó de ganadora. ¿Y lo peor? Además de decir mal su nombre, le entregaron los atributos y la dejaron saludar.
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