Después de cuatro años, Quentin Tarantino decidió volver a la pantalla grande con “The hateful eight”, un western con el que mezcló misterio y comedia negra.
Para esta historia, el cineasta volvió a contar con Samuel L. Jackson, uno de sus actores fetiche que redondeó una brillante partipación con Marquis Warren, el cazarrecompensas. Pero también se dio el gusto de trabajar junto a Ennio Morricone, uno de los compositores musicales de cine más prestigiosos de la historia.
¿De quién hablamos? De aquella persona que aportó su granito de arena para convertir a “The good, the bad and the ugly” en la piedra peciosa del género. Tarantino nunca ocultó su fanatismo por Morricone. De hecho, en cinco filmes anteriores usó algunas de sus canciones. Fue por eso que logró convencerlo de algo que parecía imposible: componer música original para un western después de 40 años.