Una posible explicación a la teoría, la aporta una investigación realizada en 2013 de la Universidad de Michigan. La especialista monitorizó la actividad cerebral de ratas mientras estaban agonizando, y observó que se generaba una altísima actividad eléctrica y se producía una gran excitación neuronal, que estimulaba diversas áreas, entre ellas las vinculadas a la memoria. “Bajo determinadas circunstancias extremas, como una experiencia cercana a la muerte, el cerebro llega a estar hiperestimulado y excitado“, explicó la autora del estudio, que considera que sus resultados podrían ser extrapolables a los humanos, aunque hace falta realizar algún estudio que lo corrobore.