Un grupo de jóvenes rusos llegó hasta las playas de Volvogrado para despidir el verano con un verdadero acto creativo: convirtieron un auto de lujo en un tobogán playero.
Más de 150 mil dólares fueron expuestos a sol, arena y mar con un único objetivo: deslizarse hacia la alegría. Obviamente, los chicos ni pensaron en la posibilidad de abollar el capó o el techo.