Don Briggs, un abuelo de 88 años, vio cómo su dentadura salía despedida de su boca mientras disfrutaba con su familia de una clásica fiesta navideña.
Todo ocurrió cuando el viejito piola se ofreció como voluntario de un juego que consiste en sostener una pieza plástica con la boca para dificultar la pronunciación de la palabra que debe adivinarse.
Lamentablemente, el diablo metió la cola y Don experimentó en carne propia el alcance de la ley de gravedad.