El vino, esa noble bebida fruto de la vid, está presente en la vida de buena parte de los argentinos. Su sola presencia obliga a compartir buenos momentos con familiares o amigos.
Puede ser blanco, tinto, rosado o espumante. Lo importante es que esté ahí, firme para arreglar el mundo desde la comodidad de un sillón.
Pero existe un pequeño problema. O, mejor dicho, una etiqueta que pondría cerrar bocas en cuestión de segundos.
Conocelo ACÁ.