Se trató de la décimo séptima liberación del programa del “Retorno del Cóndor al Mar”, que ya suma 64 aves que fueron devueltas a la naturaleza en la costa del Atlántico, en el marco del Programa Binacional de conservación del Cóndor andino Chile-Argentina, una iniciativa que cuenta con apoyo de la cartera de ambiente nacional.
Cuatro de los ejemplares fueron criados y rehabilitados en el Ecoparque porteño y, de los siete, seis llevan nombres mapuches. Cada cóndor (Vultur gryphus) regresado al entorno natural tiene su historia particular:
Piuque Wenú (que significa “gran corazón”) fue rescatada por personal del Parque Nacional Nahuel Huapi, en Villa La Angostura, Neuquén. Había sido intoxicada por la ingesta de balas de plomo y luego rehabilitada en el Ecoparque de Buenos Aires.
Kurruf (viento), gracias a miembros de la Estación de Fauna Autóctona de Salta y rehabilitado posteriormente en el bioparque Temaikèn.
Tayel (canto sagrado), proveniente de ese mismo bioparque, fue incubada artificialmente y criada con asistencia de títeres de látex en el mencionado Ecoparque porteño.
Mawun (lluvia), otro ejemplar incubado y criado en el Ecoparque, es hembra y provino de Olavarría, del bioparque La Máxima, en cuyo espació nació asimismo Lihuen (luz de vida).
Kume Feleal (buen vivir), nacida en Temaikèn y criada en aislamiento humano en el Ecoparque nombrado.
Pachamama (madre tierra), nacida y criada en ZooParc de Beauval, Francia.
Federico Iglesias, subsecretario a cargo del Ecoparque, aseguró que “la liberación de los pichones, además de ser el momento más emocionante de todo el proceso, es donde se evidencia el necesario trabajo de articulación entre distintos actores de la conservación”.