Rechazo a interacciones sociales, resistencia para ir al médico y escaso interés por su entorno. Esos fueron los síntomas que notaron los padres de un menor español, el primer caso de estudio de adicción severa al Fortnite.
El adolescente debió permanecer dos meses hospitalizado por una grave adicción al videojuego Fortnite.
En un comunicado la Universitat Jaume I (UJI) de Castellón también se explicó que el paciente tenía alteraciones en el desempeño de las actividades básicas de la vida diaria, como por ejemplo, en el ritmo del sueño, cuando antes, no tenía ninguna de estas dificultades. “Se trataba de un menor de edad con un muy alto rendimiento académico previo. La familia había observado desde el inicio del comienzo del curso mayor absentismo escolar”, explicaron los científicos.
Luego de investigar el caso en detalle, los profesionales notaron que la adicción a los videojuegos actuaba como compensación del intenso duelo por la muerte de un familiar y por la creciente exigencia en el ámbito educativo.
¿Qué es lo que hace adictivo al Fortnite? Se destacan dos rasgos: por un lado, la imposición de plazos para alcanzar los objetivos de cada temporada y no perder el avance logrado, y el hecho de ver a otras personas jugando y comentando sus estrategias en tiempo real.
Desde un enfoque cognitivo-conductual, los profesionales trabajaron “tanto con el paciente como con su familia” e implementaron “estrategias de intervención tales como reestructuración cognitiva, desarrollo de habilidades personales, manejo de contingencias y establecimiento de pautas diariamente”, detalla el informe.
Este tratamiento permitió al adolescente “abordar el duelo por la muerte de su familiar y entender cómo el uso del juego le sirvió de refugio para su malestar emocional”, comentaron los investigadores.
Recordemos que la OMS incluyó en 2018 el trastorno por videojuego entre las enfermedades mentales, entendiendo a los videojuegos no como un problema en sí mismos, sino a su uso inadecuado, que puede traer: retraimiento social, un bajo rendimiento académico, la existencia de problemas psicopatológicos -depresión, personalidad perfeccionista o obsesiva- y sociofamiliares.
