Dicen que si uno no fue maltratado por un mozo – garçon,en francés – no estuvo realmente en París. No hay que exagerar, pero es cierto que el mal humor es parte de su identidad.
1 – ¿Apurados? No es que sean antipáticos, pero casi siempre están apurados (por no decir estresados), sobre todo si atienden en esos cafés atestados de turistas. Lo más probable es que vengan a levantar la comanda antes de que usted haya logrado descifrar la diferencia entre el croque-monsieur (sándwich de pan de molde de jamón cocido y queso, tostado y gratinado) y el croque-madame (lo mismo, con un huevo frito encima).
2 – Nueva Generación. La nueva generación –léase veinteañeros– es diferente a la vieja guardia de mozos de oficio que pueden encontrarse quizás en los cafés dela Rue Rivoli. Los de ahora trabajan más como pasatiempo o para ahorrar mientras estudian…
3 – Mejor en francés.Y sí, conviene hablarles en francés. No hay que ser Voltaire, pero manejar un léxico básico ayuda: bonjour, s´il vous plaît, merci, l´addition. Si te resultan impronunciables esas palabras, optá por el español pero tratá de evitar el inglés si no querés que te gruñan.
4 – Antes y después. Ah, y para ver a un mozo en su versión más relajada, esperá a que termine el servicio. Sin el uniforme, son otra persona.
Fuente: Revista Lugares