¿Cuántos han notado alguna vez en el cuadro la silla en la que se sienta la enigmática mujer sonriente? Se trata del objeto más “cercano” al observador, y sin embargo, menos advertido. Es así que a más de medio siglo de su creación, se le presta una atención renovada a ese elemento para descubrir que resulta sumamente importante para entender el sentido del cuadro. ¿Por qué?
La Mona Lisa no está sentada simplemente en cualquier silla: se trata de una silla pozzetto. Esta palabra significa “pozo pequeño” y trae todo un nuevo e inesperado punto de vista. Por un lado, le da sentido al agua que se ve detrás de la protagonista.
Pero al igual que todos los símbolos visuales que usa Leonardo, la silla pozzetto tiene múltiples significados y también indica la conocida fascinación del artista por las fuerzas hidrológicas de la Tierra. Además, le da un sentido espiritual y más complejo a la obra.
El motivo del “pozo pequeño” se repite a lo largo de toda la historia del arte occidental, muchas de ellas, relacionadas a representaciones del Antiguo Testamento. Pero el paralelo más sorprendente se da con aquellas pinturas que representaron un episodio bíblico en el que Jesús mantiene una conversación críptica con una mujer de Samaria en un pozo. Jesús entonces hace una distinción entre el agua de manantial, que sirve sólo al cuerpo, y el “agua viva” que él puede proporcionar, que sirve al espítitu eterno. En estos cuadros, se lo sienta a Jesús en la pared del pozo, mostrando su dominio sobre los elementos materiales del mundo. En el caso de la Gioconda, Da Vinci la coloca dentro del pozo, lo que mostraría una fusión del reino material y espiritual.