La impresión 3D se utiliza para reproducir una infinidad de objetos, como lo son componentes industriales, prótesis en medicina u objetos de decoración. Pero en 2006 la NASA realizó las primeras investigaciones de impresión de alimentos con el objetivo de nutrir a los astronautas durante misiones largas. Siete años les llevó imprimir el primer alimento con esta tecnología: una pizza de 30 centímetros de diámetro, de la mano de la compañía BeeHex.
“La impresión 3D reúne a varias tecnologías que crean una pieza a partir de agregar material, por eso se las llama de manufactura aditiva“, explica a Télam Damián Garayalde, ingeniero electrónico, docente para Bioingeniería en el ITBA y gerente técnico en Hornero 3DX, una empresa que trabaja en la implementación de piezas y componentes impresos en 3D en el sector de alimentos y bebidas.
A partir de planos tridimensionales, el dispositivo deposita secuencialmente material en una plataforma para darle forma y cuerpo. En alimentos, esos planos son reemplazados por “recetas digitales”; y la resina o plásticos que se utilizan en la industria, por materiales comestibles.
En el mercado, hoy existen tres compañías que ofrecen sus impresoras 3D de alimentos. La primera de ellas es 3D Systems, una firma estadounidense fundada por el inventor de la impresión 3D, Charles “Chuck” Hull. Con su impresora ChefJet -que admite el uso de materiales como la vainilla, la menta, la harina, la levadura y especialmente el chocolate-apostando por la impresión 3D en repostería.
Foodini es un artefacto de impresión 3D para cocina desarrollado por Natural Machines, una empresa de tecnología alimentaria con sede en Barcelona. La forma de usar Foodini es simple ya que trabaja a partir de distintas pastas que se colocan en cápsulas con distintas boquillas desmontables y permiten recrear diferentes texturas.
La impresora desarrollada por la startup norteamericana Chef 3D, tiene un funcionamiento similar a las de sus competidores: cápsulas con preparaciones y boquillas que dan forma al alimento mediante la acumulación de un material apto para el consumo humano.
Así como el mercado del café se revolucionó con la llegada de la infusión en cápsulas, los emprendimientos de impresión 3D de comida buscan ofrecer una innovación comercializando “comida en cartuchos”.
“Eso no va a pasar mañana, pero en un futuro a medio plazo vamos a ver cómo esto se convierte en un electrodoméstico de uso común y los precios se irán haciendo más populares”, aseguran desde Natural Machines.